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Hallan Cuerpo del Menor Desaparecido en Humocaro Alto



En horas de la mañana, específicamente a las 9:45am fue encontrado el cuerpo del niño de seis años desaparecido desde el viernes pasado, como consecuencia de la crecida de río del municipio Morán (El Tocuyo), del estado Lara, a la altura de la cascada Arzobispo de Humocaro Alto

El cuerpo fue encontrado por un productor de la zona, en el caserío el Jobo del municipio, y fue notificado a las autoridades, quienes se encargaron de dicho procedimiento.

“En el lugar se encuentra el director de los bomberos del municipio Morán, Félix Linares, el prefecto del municipio, Argenis Torrealba, y todo el equipo correspondiente, para hacer el respectivo levantamiento del cadáver”, 

Cabe destacar que este domingo fue encontrado el cuerpo de Anderson Arguello, padre del menor.

Recordando que también falleció otra persona reconocida como Édwar Alvarado, de 32 años de edad, además siete personas resultaron afectadas directamente por el desbordamiento del río. Dos, lograron salir de la cascada por sus propios medios y otros dos fueron rescatados inmediatamente.

Félix Linares, director de los bomberos del municipio Morán, informó que el cadáver será trasladado al hospital del Tocuyo, donde la madre del infante espera para reconocerlo.

La crecida repentina del cuerpo de agua dulce se produjo este viernes, luego de las intensas lluvias que cayeron en las cabeceras de los ríos del municipio larense.



“Éste es el sabor amargo de la despedida. Mi esperanza era ver a mi bebé con vida”, expresaba, con voz quebrada y llorosa, Carol Parra, madre del niño de 6 años arrastrado por la corriente de la quebrada Aranda, junto a su padre, el pasado domingo, quien fue hallado sin vida ayer cerca de la represa Dos Cerritos, en Morán.

El cuerpecito fue arrastrado 32 kilómetros por las aguas de la cascada El Arzobispo, desde Humocaro Alto hasta la hacienda Los Mogollones, en el caserío El Jobo. Cinco días después, lo hallaron sin vida, desnudo, casi en estado de descomposición y pálido sobre una gran piedra en medio de la corriente.

Segundo Mogollón se levantó el martes muy temprano para llevar a sus dos vacas a comer y tomar agua. Como estaba lloviendo en El Jobo y vio que el río seguía crecido, decidió esperar.

A las 9:30 de la mañana, Segundo, acompañado de su esposa, Diosdada; agarró las reses y las bajó cuatro kilómetros, desde su casa al río, atravesando la hacienda. Cuando estaban en la orilla, Segundo quedó horrorizado, pues vio a una persona sobre una roca en medio de la quebrada.

“Mujer, aquí hay un muerto”, gritó, y Diosdada se asomó. Al principio, pensaron que era un adulto con un disparo en la cabeza. Más tarde, llamaron a sus familiares y bajó con ellos un funcionario de la Policía de Lara que casualmente estaba libre.

El “polilara” fue quien terminó de pasar al río y llegó hasta la piedra. Aseguró que era un niño y de una vez pensaron “es el chiquitín extraviado”. Reportaron al comando de la GNB de Humocaro, desde donde llegaron a verificar.

El cuerpecito estaba bocabajo, con los brazos colgando y las piernas sobre la roca. Los pies estaban blancos como un papel. Tenía muchos hematomas, además de heridas en el rostro.

Entre el señor Segundo, el policía y dos guardias agarraron un saco blanco en el que recogen la cosecha de café, lo metieron poco a poco debajo del cuerpo, lo levantaron y lo movieron hasta la orilla.

Luego, los Bomberos de Morán llegaron al sitio para terminar el rescate.
En el hospital de El Tocuyo, Carol Parra era sostenida por sus hermanas y no paraba de llorar. Las palabras no salían de su garganta; el llanto era callado, pero muy profundo. La madre entró a reconocer a su niño en la morgue, tras lo que expresó que no había tristeza igual a la que sentía.

Dijo que cuando la llamaron para que fuera al hospital presintió lo peor.

“Es la voluntad de Dios”

Justino Parra tenía los ojos hinchados de tanto llorar. “Tino”, como lo llamaba su nietecito de 6 años, sólo recordaba que cuando él llegaba a la casa, el niño le pedía la bendición y le daba un gran beso en su mejilla.

El sexagenario era el abuelo del niño, papá de Carol Parra. Justino explica que, desde el viernes en la noche, como una familia cristiana que son, se unían a orar.

“Llegábamos todos a eso de las 8:00 de la noche a la casa de mi hija, nos tomábamos de la mano y le pedíamos a Dios por la vida de mi nieto. Lo que pasó es la voluntad de Dios”, dice.

Justino, con lágrimas bajando de sus ojos, recuerda que el chiquitín era tremendo y le hacía “monerías” siempre que llegaba a la casa.

También recuerda a Anderson como un buen padre, responsable con sus tres hijos y una buena pareja para su hija. Para la familia, la tragedia fue doblemente fuerte.