
Los servicios públicos en Venezuela van en decadencia total. El metro de Caracas funciona cuando no hay cortes eléctricos, sin apenas empleados ni controles y con terrible estado sanitario. Las clínicas están asfixiadas por la falta de personal y medicamentos. Los centros educativos luchan por sobrevivir.
Iraida Ramírez, trabajadora del hospital Doctor José Ignacio Baldó de Caracas, conocido como El Algodonal, desde hace 34 años, contó al medio español El País el terrible escenario que enfrenta cada día. “Lo teníamos todo, ahora no tenemos casi nada”.
Señaló que su poder adquisitivo ha ido mermando hasta percibir 80.000 bolívares mensuales, menos de 8 dólares de acuerdo a la tasa no oficial del tipo de cambio que prácticamente rige la economía del país. Su salario no rinde en un proceso hiperinflacionario. Lo mismo le ocurre a Mónica Romero, de 42 años:. “Esto no tiene ningún futuro, pero no me quiero ir. Estuve en Perú, me ofrecieron trabajo y no quise, después de todo lo que luché”, señaló.v
Un funcionario de Pdvsa narró que los trabajadores ganan “casi todos igual”. “No importa que tengas una maestría, dos carreras, que hables tres idiomas. Igual a lo mejor no pasas de 120.000 bolívares (diez dólares) mensuales y cobras en una quincena (bono que forma parte del sueldo) 46, 47, 49.000 bolívares”, indicó.
La crítica crisis también afecta a las universidades. La sensación de abandono de la Universidad Simón Bolívar campus es total. Ya no hay servicio de transporte para llegar. Ni recursos. Cada día, menos estudiantes y profesores.
El rector, el matemático Enrique Planchart, lamentó el deterioro del sistema, la situación económica, la inseguridad, la separación de familias, la desinversión. “Esto se ha visto reflejado en la USB”, afirma tras hilar un alegato por la educación como motor del “pensamiento crítico”.
ElTocuyoAlDia
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