Laura Luelmo, una profesora española de 26 años de edad que desapareció el pasado miércoles 12 de diciembre, fue hallada sin vida por la Guardia Civil a cuatro kilómetros del centro de El Campillo, Huelva, antes de que detuvieran a su asesino, Bernardo Montoya, quien recientemente ha confesado que de ser puesto en libertad en alguna oportunidad, “lo volvería a hacer”.
“Por favor, déjenme encerrado toda la vida. No me dejen salir jamás, porque lo volveré a hacer”, confesó Bernardo Montoya durante su declaración judicial.
Durante el juicio, el propio acusado alegó ante los jueces que no es capaz de controlar sus impulsos, por lo que afirmó que de ser puesto en libertad, volvería a cometer algún crimen similar.
Hay que recordar que el detenido ya fue condenado con anterioridad por el asesinato de otra mujer, y por una agresión en uno de sus permisos penitenciarios, según lo reseñado por Actualidad.rt.
Las palabras de Montoya, junto con la petición de la familia de la víctima de que se le aplique la prisión permanente, reabre el debate sobre esta pena del Código Penal español que instauró el anterior Gobierno del presidente español Mariano Rajoy.
Cabe recordar que según los agentes a cargo del caso, fue un voluntario de la Cruz Roja, junto a una patrulla del Seprona, quienes pudieron encontrar el cuerpo de la mujer, con severas agresiones en su cuerpo.
El cadáver se encontraba parcialmente desnudo, y aunque aún no tenían ninguna prueba que le incriminara, Montoya fue desde el principio de la investigación el principal sospechoso luego de que se diese a conocer que ambos habían mantenido una corta conversación poco antes de su desaparición.
Según esta primera versión, la víctima le preguntó por un supermercado y él le tendió una trampa y la quiso introducir en su coche y en ese forcejeo, ella se dio un golpe con la puerta del coche en la frente por lo que quedó malherida, por lo que él se asustó y la tiró en el campo.
Además, Montoya negó la agresión sexual, aunque la autopsia preliminar la ha confirmado, y solo reconoció que le quitó los pantalones y le hizo tocamientos, tras lo cual, dice, volvió a su casa.
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