El exalcalde le Municipio El Hatillo, David Smolansky, contó en una entrevista exclusiva para el diario argentino El Clarín, como fue su paso a la clandestinidad, luego de que fuese destituido por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), tras de su participación en las manifestaciones contra el mandatario venezolano Nicolás Maduro.
Según el mismo Smolansky, la sentencia del TSJ llegó después de negarse a “reprimir las manifestaciones que ocurrían en su municipio”.
La decisión del máximo tribunal del país llegaría acompañada de una orden de captura y posterior traslado a un centro de reclusión. “En luz de lo que le había pasado a otros intendentes enfrentados a Maduro, ese mismo día decidí pasar a la clandestinidad”, explicó.
Contó que pasó cerca de 35 días en la clandestinidad, mientras lograba llegar a un lugar seguro. “Pasé 35 días en clandestinidad en Venezuela. Dormí en distintos sitios y tuve que afeitarme la barba y ponerme anteojos para que no me reconocieran. Para llegar hasta Brasil, tuve que hacerme pasar por un seminarista y superar 35 puntos de control. Llegué después de 4 días de viaje. Me recibió el canciller Aloysio Nunes, y ahí hice público que estaba en el exilio”, comentó.
Actualmente, el exfuncionario venezolano trabaja en los Estados Unidos, donde fue designado como coordinador del Grupo de Trabajo para Abordar la Crisis Regional de Migrantes y Refugiados Venezolanos, una unidad dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) con la cual la institución busca aportar soluciones para manejar la crisis que se ha desatado en la región debido a este tema.
En esta entrevista, Smolansky detalla los objetivos del grupo, y brinda un panorama de la escala de la crisis regional provocada por la situación venezolana.
A continuación la entrevista completa:
-¿Qué se busca lograr con esta iniciativa, y cómo es el plan de trabajo que van a encarar?
-El primer paso es completar un informe sobre la situación. Allí queremos reflejar las razones por las cuales millones de venezolanos se han ido del país en contra de su voluntad, y brindar un panorama de su situación en los países receptores. Nos proponemos además actualizar los números (dónde están, cuántos son). Queremos además brindar una serie de recomendaciones que impulsen políticas regionales que sirvan para asistir y ayudar al refugiado.
Tomando como base la Declaración de Cartagena de 1984, creemos que están dadas todas las condiciones para declarar una crisis de refugiados. Esta declaración establece que una persona puede sentirse refugiada cuando en su país hay violaciones sistemáticas a los derechos humanos, alteración del orden público, y que su seguridad personal está en riesgo. Todo eso aplica en el caso de Venezuela.
-¿Cuán grave es la crisis regional?
-Es la peor crisis de refugiados y migrantes que se haya visto en la historia de América Latina. Hasta este momento, son 2.600.000 los venezolanos desplazados desde 2014 hasta hoy. Cerca de 5 mil venezolanos se van cada día del país, y estimamos que para fines de 2018 habrá 3 millones de desplazados, en distintas países de la región. Esos números superan lo que pasó en Afganistán y en Somalia; sólo el caso de Siria es peor. Lo más notorio es que esto pasa en un país donde formalmente no hay ningún conflicto armado, ni se ha producido una catástrofe natural. En Venezuela hay una dictadura que ha bloqueado intencionalmente la llegada de alimentos y medicina, que ha violado los derechos humanos de forma sistemática, y que ha forzado a los venezolanos a tener que irse del país si desean sobrevivir. La región debe entender que la mejor solución para que se solucione la crisis es que en el país se restituya la democracia y el estado de derecho.
-¿Cuál es la relación de Venezuela con la OEA?
-El país sigue siendo miembro de la OEA, y cuando se termine y presente este informe, las autoridades van a poder acceder también a él. Pero el escenario actual deja claro que, mientras Maduro siga en el poder, los venezolanos van a seguir yéndose del país. Cuánto antes se restituya la democracia, no sólo se va a detener el flujo de migrantes, sino que también habrá incentivos para que los venezolanos que estén en otros países de la región regresen. Hay que tener en cuenta que muchos de los que se van están dejando atrás a sus familias.
-¿La postura de la OEA es que la crisis sólo cesará si hay elecciones en Venezuela?
-Se debe restituir la democracia en Venezuela, con presión de la comunidad internacional y de la sociedad civil, que ha seguido protestando en la calle a lo largo de este año. También debe haber una fuerza armada nacional, que no esté al servicio de un hombre o de un partido político, sino que sirva a la nación y a la constitución.
-¿Cuándo creen que se va a presentar este informe?
-Estimamos que será para fines de 2018, o principios de 2019.
-¿Cuáles son los pasos a seguir luego de que se complete esta instancia?
En paralelo a este relevamiento, la comisión también está gestionando una serie de recursos para implementar proyectos en los distintos países receptores para mejorar la situación de los venezolanos viviendo allí. Ya hemos detectado ocho áreas donde se tienen que invertir recursos: alimentación, salud, educación, infraestructura, capacitación, orientación jurídica, vestimenta y tiempo dedicado a los menores de edad, que tiene que ver con actividades culturales, deportivas y educativas.
-¿Cuál es el país más afectado de la región?
Es importante entender que esta es una crisis sin precedentes. No es un problema que pueda tratarse de forma puntual, debe haber una respuesta regional. Hay un primer grupo de países afectados, que está compuesto por Colombia, Perú, Ecuador y Brasil. En el grupo dos están la Argentina, Chile y Uruguay. Según la información que manejamos, y que debemos corroborar con el gobierno argentino, a la Argentina han llegado cerca de medio millón de venezolanos en los últimos dos años y medio. En el grupo 3 están Trinidad y Tobago, más las islas de Aruba, Bonaire y Curazao, que forman parte del reino de Holanda. Esas son las tres zonas en las que hay la mayor cantidad de venezolanos desplazados.
Hay que tener en cuenta que, además de los números absolutos, también hay que prestarle atención a las cantidades porcentuales. La Argentina está entre los 5 países que más venezolanos ha recibido, con cerca de medio millón, un número comparable a los que han recibido Perú y Colombia. Pero desde el punto de vista porcentual, Curazao es la que más ha visto variar la composición de su población: alrededor del 10%, cerca de 20 mil personas, son venezolanas.
-¿Cuáles son los países en donde se requieren acciones urgentes?
-Hay que prestarle mucha atención a la zona del Caribe. Son realmente impresionante los cambios que se están viendo allí, dado que son lugares chicos y de poblaciones relativamente pequeñas. Es importante además que haya flexibilidad con la documentación. Si un venezolano quiere llegar hasta la Argentina, y tiene que pasar por Perú y Colombia, que se tenga en cuenta que viene de un país donde no se están otorgando pasaportes, y que se lo deje seguir viaje con una cédula de identidad o una partida de nacimiento.
-¿Cuál es el estado actual del gobierno de Maduro?
-El régimen está debilitado y aislado. Ocho de cada 10 venezolanos quieren que el gobierno se vaya. El colapso económico es total, con una inflación cerca de un millón por ciento. Maduro se mantiene en el poder gracias a una élite militar que lo protege. Hay que recordar que Venezuela tiene 2 mil generales, más que toda la OTAN. Los rasgos medios y bajos del ejército, por otra parte, están padeciendo los mismos problemas que el resto de la población. En los últimos 4 años han asesinado a 300 miembros de las fuerzas de seguridad, ya sea soldado o policía. En ese sentido, no sorprende una encuesta de 2018 del Gallup Group que calificó a Venezuela como el país más inseguro del mundo por segundo año consecutivo.
-En el caso de que se restableciera la democracia en Venezuela, ¿usted volvería al país?
-Por supuesto. No solo quiero volver, sino también servirle a mi país y contribuir para que las cosas cambien, de manera de generar oportunidades para las nuevas generaciones. Empecé muy joven en la política, y pertenezco a una generación que creció sin saber lo que era vivir sin tener miedo. Quiero dejarles un país seguro a mis hijos, donde haya justicia y oportunidades.
ElTocuyoAlDia
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