El dirigente considera que, ante la magnitud de la crisis, es esencial que el gobierno cambie pronto
El umbral de la eternidad, novela del galés Ken Follett, descansa junto con otros libros en una pequeña mesa de madera, a la derecha de la silla en que está sentado Luis Miquilena, un hombre al que Hugo Chávez reconoció como su mentor. El libro aborda las guerras y las divisiones que marcaron el siglo XX. Miquilena, con 94 años de edad, ha sido testigo de esa época y de los 15 años que lleva el siglo XXI. Venezuela no escapó a conflictos y divisiones. Pero el dirigente asegura que el país nunca estuvo en una situación de crisis y de gravedad institucional como la que vive hoy con el gobierno de Nicolás Maduro.
—Usted conoce el chavismo. ¿Se acabó la revolución?
—Coincido con esa verdad inalienable, como lo afirmaron Henrique Capriles y otros dirigentes de la unidad. Nunca ha habido una crisis de esta magnitud. Aquí no tenemos reglas. La oposición debe hacer un esfuerzo especial para unirse en este momento. No para un diálogo o elecciones futuras, sino para pensar en el drama inmediato que está planteado. Hay que luchar frontalmente contra este gobierno en la calle. Mover las masas para que el país se ponga de pie, con un mensaje que vibre y explique a los venezolanos el drama que padecemos.
—¿Y cómo se solucionará esa crisis?
—Este gobierno tiene que salir y tiene que salir pronto. Si no, vamos a terminar en un caos. Ya estamos en el foso y no tenemos movilidad sino para cavar más abajo. De esto no se puede salir sin un cambio absoluto del gobierno. Absoluto porque desde el propio gobierno no pueden salir sectores a dar un paso al frente para ser parte del cambio. El cambio debe ser el objetivo esencial de la unidad.
—¿Y las parlamentarias?
—No creo que esté planteado un problema de parlamentarias, aunque no las subestimo. Todo lo que tenga que ver con el camino de la democracia debe ser incentivado. Pero no podemos dedicarnos a eso cuando la gente se muere en la calle porque no consigue una píldora. Hay que luchar y la gente está ganada a eso.
—¿Cómo llamar a luchar con el miedo a la represión?
—El miedo a la represión es relativo. La gente lo que necesita es que se le toque la médula espiritual. La gente en las colas no tiene miedo, hay que darles un discurso que los incentive. Si un hombre está impregnado de un ideal y está decidido tiene más valor que un hombre armado de fusiles.
—¿Y cree entonces que Maduro renuncie? ¿No controla la Fuerza Armada?
—Renunciar nunca es voluntario. Tiene que haber una fuerza detrás superior a su voluntad que lo obligue. Hugo Chávez era muy machote y aquí se volvió añicos, renunció como 100 veces. Pero no aceptaron la renuncia. Maduro tiene que renunciar y renunciará si las fuerzas que se le oponen son suficientes. Y en esas fuerzas no descarto a la FANB, pues creo que están en un plan de reflexionar. Los invito a que lo hagan, que respeten la Constitución y estén del lado de la gente que hace las colas.
—¿Se equivocó Chávez al escoger a Maduro?
—No creo que se equivocara, sino que no tenía a nadie más. Era el menos pugnaz. Chávez se volvió muy permeable a la adulancia y Maduro se convirtió casi en un perro detrás de Chávez. Lo mismo hizo Fidel Castro con Chávez, se dio cuenta de su punto débil: la vanidad.