La cantidad de papeleos que le exigen para gestionar su casita y el vivir a orillas de un voladero son parte de las trabas que tiene
Habitantes de los caseríos de Guarico se cansaron de esperar por la tan anhelada Misión Vivienda y ahora construyen casas de barro.
La necesidad de contar con un techo digno para vivir se sumó a la falta de inversión en la parroquia del municipio Morán por parte del Gobierno Nacional y la escasez de materiales, por lo que optaron por construir sus casas con lo que tienen.
Agua, tierra o barro fueron más que suficiente para que al menos 25 familias de sectores como Bucare Arriba, Bucare Abajo, Ojo de Agua y El Cielito se pusieran a construir lo que serán sus viviendas, por lo menos hasta que el Gobierno Nacional se digne a visitar sus caseríos.
El señor Munir Ramos, luchador social de la parroquia, cuenta que los habitantes tienen varios años trabajando en las casas de bahareque. Aseguran que es la única opción que les han dejado y, antes de seguir viviendo dentro de ranchitos de láminas de zinc que se levantan con el soplar de la brisa, prefieren hacer sus casitas con barro.
A otros lugareños que viven en condiciones más precarias y a los que les es difícil construir la casa de bahareque, les tocó sentarse a esperar la ayuda del Gobierno.
Tal es el caso de la señora Ramona Pérez, habitante de Bucare Abajo, que, desde hace más de 12 años, vive junto a sus tres hijos, menores de edad, en un ranchito que armó a punta de palos de bambú y una que otra lámina de zinc. Allí pasan las verdes y las maduras, pues viven sin ningún tipo de servicio y batallando con las condiciones climáticas.
Asegura que lo más fuerte es pasar la época de lluvia, porque la siente caer sobre su cuerpo y sus corotos, ya que el techo parece un colador.
La cantidad de papeleos que le exigen para gestionar su casita y el vivir a orillas de un voladero son parte de las trabas que tiene. Admite que, aunque sabe que viven en precarias condiciones, no tiene adonde irse y debe esperar la ayuda del Gobierno.