La reutilización de materiales como hojas blancas y el cartón se han convertido en un salvoconducto para los venezolanos que al venderlos tienen la posibilidad de conseguir algo de efectivo, en medio de una escasez del papel moneda y una crisis económica que tiene como principal agravante la inflación.
Es por ello que el presidente de la fundación Azul Ambientalista, Gustavo Carrasquel, considera que se trata de una corriente producida por la difícil situación económica, más allá de una concientización en la población respecto a la generación de basura.
Tal fue el caso de Paúl Gómez, estudiante de Psicología a punto de graduarse, a quien un compañero de clases le sugirió que podía vender sus viejas guías de estudio a través de internet.
Las resmas de papel reciclables de 500 hojas reciblables se encuentran entre 2 y 4 millones de bolívares, dependiendo del método de pago. Gómez logró vender tres paquetes tras publicarlo en un portal de compra y venta por 100 mil bolívares cada uno, según reseñó Versión Final.
Antes los altos costos de resmas de hojas nuevas, que superan los 12 millones de bolívares, reutilizar hojas que han sido usadas por una sola cara se ha vuelto una opción para muchos, incluso con grapas, huecos, o marcas a bolígrafo.
“Mientras una sociedad produzca basura y desperdicio no hay forma ni manera de que un programa de reciclaje sea efectivo, Esto no es una evolución es parte más bien de un proceso de involución económica que obliga al ciudadano a buscar maneras de resistir en la crisis”, expresó Carrasquel, quien también es ambientalista.
Sostuvo que la forma ideal de reciclar parte de la separación desde casa, con una fomentación de la educación y cultura del reciclaje que venga desde casa, pues no se trata de recolectar este tipo de materiales desde la basura en descomposición, que además acarrea efectos insalubres.
“La separación desde el origen es la forma mágica para dejar de consumir basura. La alternativa es la reutilización, pero las alcaldías nunca han asumido un rol protagónico para que la ciudadanía deje de ser generadora de desechos”, detalla.
Blanca Gutiérrez, cuenta que vende los cartones de huevos que le quedan al final de la semana a un mayorista. Le lleva de 10 a 15 y obtiene 5 mil bolívares en efectivo por cada uno.
“Es un buen negocio, si lo piensas. A mí los cartones me vienen en las mismas cajas donde encargo los huevos y, al revenderlos, puedo por lo menos reponer los pasajes que gasto para ir a buscarlos”, acotó.
Por su parte, Carrasquel ve difícil el escenario en que los ciudadanos opten por captar objetos en buen estado para ser reciclados, una vez superada la crisis económica que vive el país.
“Cuando la situación pase las alcaldías seguirán fomentando que la población siga produciendo basura, porque ahí puede incrementar el costo de las máquinas compactadoras de las empresas que las recogen”, concluyó.
ElTocuyoAlDia
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