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La Venezuela del 2016: Escenarios


Transcurridas un par de semanas de las elecciones parlamentarias y aproximándonos a la Navidad, la opinión pública se pregunta incesantemente ¿qué pasará en el 2016? ¿Marchamos directo al abismo o avanzamos hacia un proceso de negociación inédito en estos 17 años? No tengo respuestas a tan acuciantes interrogantes, pues, como dijo Niel Bohr, “es muy difícil hacer pronósticos, particularmente cuando se refieren al futuro”. No obstante, intentaré esbozar algunos escenarios posibles en función de la información que tenemos ahora y que, como sabemos, cambia constantemente.

El primer escenario es el de la confrontación: Esto implica la actuación del Ejecutivo y del Poder Judicial para impedir el funcionamiento y el ejercicio de las funciones constitucionales de la nueva Asamblea. Esto ocurriría por vías legales como por ejemplo a través de las leyes del poder popular, por la resolución de conflictos institucionales por parte de la Sala Constitucional del TSJ, o bien el otorgamiento de una nueva ley habilitante al Presidente por la Asamblea saliente. El desconocimiento de la Asamblea Nacional y la usurpación de sus funciones generarían acciones de defensa constitucionales por parte del legislativo, dentro de las que se encuentran alternativas como la Asamblea Constituyente, la reforma constitucional o el referendo revocatorio.

La posibilidad de que se materialice este escenario se sustenta en el desconocimiento de la voluntad popular presente en el discurso oficial desde la misma madrugada del 7 de diciembre y los continuos llamados a violar la Constitución. Por supuesto este escenario de confrontación directa implicaría grandes costos políticos y económicos para el país.

El segundo escenario es de la cohabitación (como dirían los franceses). ¿Qué queremos decir con esto? Que una vez instalada la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2016, y con una correlación de fuerzas que en este momento favorece a la MUD, el gobierno y el PSUV trataran de negociar con la nueva Asamblea en función de algunos puntos coincidentes y se avanzará en los temas más apremiantes de la agenda económica. Este sería el escenario más deseable, pero no necesariamente el más realista en tanto que el gobierno luce sin capacidad para iniciar las rectificaciones necesarias y la derrota electoral no parece haber hecho mella en su deseo de avanzar en la imposición del socialismo.

Y por último un escenario mixto, en el que se pasaría de una confrontación inicial entre los poderes y una medición de fuerzas, a un reacomodo del sistema político en el que algunas facciones del PSUV negocien con la MUD y comience a abrir un espacio de discusión en la Asamblea. Este escenario podría producirse si la MUD muestra con gestos y acciones disposición a dialogar con el adversario sin ningún tipo de retaliaciones ni exclusiones, y si el sector moderado del PSUV es lo suficientemente fuerte como para tender puentes.

Hay más preguntas que respuestas con respecto a lo que pasará en 2016, porque resulta complicado y muy peligroso para un gobierno hegemónico “aceptar” el retorno del pluralismo al sistema político. Pero el reto no es sólo del gobierno, la MUD enfrenta grandes desafíos. Uno de ellos consiste en mantener la unidad, porque como ya lo señaló Julio Borges “que en las coaliciones siempre se ha dicho que lo importante no es el triunfo, sino mantenerse una vez que ganan”. De permanecer unida la MUD en torno a objetivos comunes que vayan mucho más allá de la agenda legislativa, la Asamblea redemocratizará al sistema político y empujará importantes cambios sobre todo en la composición del poder ciudadano y el electoral.

También es necesario entender que así como el electorado voto por la MUD, porque logró una conexión emocional con la gente y su deseo de cambio, ese mismo electorado le demandará trabajar por el país y la reunificación de los venezolanos. De esto dependerá su consolidación como primera fuerza política del país con miras al próximo objetivo electoral que sería en sentido estricto la elección de gobernadores.

En este momento la gente pide a los líderes responsabilidad, honestidad, sensatez y compromiso. La Asamblea recién electa nace con una poderosa legitimidad, frente a la debilidad del gobierno que convirtió innecesariamente a estas elecciones en un plebiscito. Frente a tantas interrogantes hacia el futuro lo que sí es seguro es que tal y como ocurrió en 2015, la gravedad de la crisis económica continuará marcando el devenir político del país.